lunes, 19 de abril de 2010
La curandera de Auza-Navarra, María Díez de Ulzurrun (1900-1990) Informe del doctor
Aprendió el oficio de su abuela Martina Ezcurra (curandera de Ilarregui) en cuya casa se crió desde pequeña y a quien ayudó especialmente durante su vejez. María se casó y se fue a vivir a Auza, a escasos 4-5 kilómetros de Ilarregui y a unos 30 al norte de Pamplona. No entraba en sus previsiones el ejercicio curanderil, pero al morir la abuela se vio obligada a continuar, debido a que los pacientes la reclamaban.
Su especialidad principal era el tratamiento de -las heridas, fracturas y dislocaciones-, siguiendo las pautas de la abuela. Disponía en Auza de una mansión familiar grande, que le servía también de hostal o de pequeño hospital. Los enfermos con lesiones peligrosas quedaban alojados en su casa para las primeras curas y revisiones. También atendía las fracturas de animales especialmente de los perros de caza. Como quiera que la familia del marido de la curandera tenía -negocio de ganado, venta de leche y de carne-, “la casa de la curandera” se convirtió en un importante centro de peregrinaje. Doña María(así la llamaban) persona amable de buena presencia, era la principal protagonista de la gran actividad, la primera en amanecer y la última en retirarse.
Centrándonos en el mundo de las enfermedades, señalemos que las fracturas las embadurnaba con un bálsamo que contenía aceite y cáscara de pepino y después de un pequeño y cuidadoso masaje, movilizaba los extremos hasta dejarlos en buena posición; posteriormente inmovilizaba la fractura con cartón duro y vendas.
Las quemaduras, heridas infectadas, osteomielitis… las trataba con un ungüento a base de: aceite, resina de pino, sebo de oveja, miel, yemas de huevo y escamas de jabón. Curaba las veces que fueran necesarias, a decir de las gentes, con mucho mimo y gran limpieza; las cicatrices que quedaban eran menos aparatosas de lo esperado.
Manejaba bien las hierbas medicinales, pero sin abusar. En familia recuerdan las infusiones de hollín de chimenea colado para tratar los empachos. En pulmonías o pleuresías, utilizaba hierbas verbenas bien picadas, hervidas en aceite sin chamuscar y aplicadas sobre un paño en la zona supuestamente enferma. En ampollas de los pies de caminantes hojas de saúco debajo de los calcetines…
Su fama fue tan importante como la de su abuela Martina; en su época se decía que no había que ir al hospital para curar las fracturas, bastaba con acercarse al pueblo de la curandera.
Los últimos 30 años de su vida estuvo alejada de la profesión, decía que no podía competir con la penicilina y tenía preocupación por la posibilidad de recibir denuncias. Además uno de sus hijos, Matín Aldaz, se hizo médico traumatólogo y no quiso perjudicar su carrera.
Casa de la curandera de Auza en 1950
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la casa no se llama ni se llamo sasondo , simpre fue la casa de la curandera, sasondo se le puso de nombre al restaurante que instalo una sociedad que compro la casa a los herederos de la curandera en 1987, hoy en dia la gente del pueblo la seguimos llamando la casa de la curandera
ResponderEliminarAquí se puede leer la Historia de las curanderas de Auza ( la tatarabuela Martina y la Abuela MAria, "La amachi")
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