martes, 17 de enero de 2012
Curanderos del siglo XXI, curanderos dulces
El progreso de la medicina ha sido tan importante y tan constante desde finales del siglo XIX, que han llevado al traste al curanderismo tradicional; ya no quedan saludadores ni componedores, ni sacamuelas… solo aguantan algunos yerberos y unos pocos santones. Diversos estudios de las Universidades de Granada, Valencia y la Complutense de Madrid apuntan la posibilidad de que en España existan alrededor de 5000 curanderos tradicionales residuales.
Pero sin embargo el curanderismo no solo no ha desaparecido sino que se ha incrementado; han aparecido nuevas formas de ejercerlo, es lo que denominaremos curanderos dulces o nuevos curanderos, calculándose que existen, al menos, entre cinco y diez veces más que los antiguos; una cifra desorbitada.
Los avances de medicina moderna, las vacunas, revisiones periódicas, los trasplantes, los cuidados de la geriatría…, han conseguido metas muy importantes, entre ellas: mejorar ostensiblemente las expectativas de vida, que hoy podrían situarse en los entornos de los 80 años; y no es, en líneas generales, que la gente haya aumentado su longevidad, sino que ha disminuido la mortalidad intermedia; las gentes resisten mejor los contratiempos que se le presentan en su caminar por la vida. Se ha originado un nuevo y amplio espacio de atención sanitaria, que unido a una nueva cultura del bienestar, van a proporcionar nuevas posibilidades y necesidades que han sido aprovechadas por los curanderos.
Al mismo tiempo es preciso recordar que hace tres siglos nació la Medicina Alternativa, una forma de rebeldía al estancamiento de la Medicina Oficial de la época. Y esta forma diferente de entender la medicina, que en un tiempo sirvió de referencia y de espoleta de cambio, no ha dado nunca marcha atrás, a pesar del avance incontenible de la medicina como ciencia, y ha proseguido de una forma u otra, a través de los tiempos, persistiendo en la actualidad. La llamada hoy, -Medicina Alternativa y Complementaria-, constituye un mundo heterogéneo de verdades sin demostrar o de medias verdades; un mundo con su propia evolución y con su propaganda. Uno de sus eslóganes más celebrados es el de “medicina dulce”, adjetivo traspasado también al mundo de los curanderos.
La M.A.C, es un capítulo interesante y al mismo tiempo delicado de los tiempos modernos. Existen dos formas de incorporarse a esta variante sanitaria. Una de ellas es la que adopta personal cualificado: médicos, diplomados universitarios de enfermería, que buscan una alternativa diferente a la medicina tradicional, una manera complementaria para ocupar unos espacios terapéuticos no bien cubiertos o de prevención de enfermedades, o de mejoras del estado general de las personas. Se trata de opciones personales respetables, a las que no tenemos nada que objetar.
Existe una segunda manera de situarse en este entorno, más oportunista, de gentes con titulaciones menores, que quieren ver en este mundo una forma de trabajar en una actividad sanadora; que actúan por libre, aprovechando la insuficiencia de reglamentos; son los auténticos y genuinos curanderos dulces. Gentes que ya han abandonado el analfabetismo de los antiguos curanderos, que poseen su cultura y sus estudios primarios y secundarios y hasta, como hemos dicho, sus pequeños diplomas que acreditan los comienzos de una especialización.
Adoptarán comportamientos del mundo facultativo: consultas anunciadas en locales paramédicos, con secretarias que cobran honorarios. Buscarán los enfermos para ofrecer sus servicios. Han perdido definitivamente el ocultismo, -ahora hacen publicidad de sus habilidades, publican libros y dan conferencias-, es para muchos una novedad interesante y para otros, son la reencarnación moderna de los antiguos charlatanes
Clasificar a los curanderos dulces es difícil, tienen campos dispersos, unos se encuentran en herboristerías, otros en centros de estética o masajes, los hay que se dedican al comercio de productos exotéricos y hasta por libre. Por una parte han incorporado hábitos saludables de vida y comida sana y natural, recordando “la dietética”, la medicina monástica del siglo X. Una segunda fuente de influencia de los nuevos curanderos va a depender de la fascinación ejercida por otras culturas orientales (india, japonesa, china), y de la banalización de sus filosofías milenarias. La realidad será que los nuevos curanderos, asumirán, seguramente sin entender, algunas de sus hipótesis y ofrecerán, a su aire, muchas de sus terapias.
Saludemos a los curanderos dulces, a pesar de ello, con un cierto beneplácito, ocupan un espacio no totalmente cubierto por la medicina oficial. Afortunadamente han abandonado espacios muy comprometidos; ya no tratan, como hicieron sus ancestros, enfermedades graves. Recordemos, hace menos de cien años, que los últimos curanderos tradicionales, se ocupaban de enfermedades tan graves como la ictericia obstructiva, la obstrucción intestinal, la tuberculosis o el cáncer. Ahora la mayoría no lo hace; lo ha dejado claramente en manos de la medicina científica. Resumamos, ya no son alternativa de nada, solo son un complemento para la salud, autoestima y bienestar de las gentes.
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